builderall

Las últimas semanas han sido particularmente difíciles. Ha sido uno de esos momentos de la vida que siempre tememos pero que tarde o temprano llegan. Ver y acompañar el deterioro físico rápido de un ser querido, así como su despedida, es una experiencia dolorosa y aterradora y que al mismo tiempo también trae consigo muchísimo aprendizaje, cambios y transformación. Incluso luz.


Es en momentos como estos en que nos ponemos verdaderamente a prueba. El trabajo que hemos venido haciendo, que hacemos diariamente (conocernos, escucharnos, respetarnos, aprender a sentir sin juzgar lo que sentimos, ser empáticas con lxs otrxs, trabajar la compasión propia y hacia otrxs, ponernos al servicio de algo más grande, de las necesidades de lxs demás) cobra sentido en los momentos difíciles y una dimensión mucho más profunda y verdadera. 


Durante estas semanas tuve días de muchísima ansiedad. Miedo. Rabia. El pecho tan hundido que casi que se me pega de la espalda. El estómago cerrado. Dudas, incertidumbre, tareas, acompañar decisiones. 


Pero ése no es el punto, el punto es éste: 

Estoy segura de que no hubiese podido transitar todo eso de la forma en que lo hice si no me respaldara, protegiera y sostuviera todo el trabajo interno que vengo haciendo hace años. Por ejemplo: cuando me di cuenta de que estaba haciendo lo posible por no sentirme como me estaba sintiendo, porque obviamente es desagradable, todo cambió. Puse la teoría en práctica - ¡qué difícil es a veces! ¡cuánto se nos olvida! - y comencé a permitirme sentir lo que sentía. 


Me di el permiso de tener miedo, de estar ansiosa, preocupada. Me empecé a decir cosas como: ?Claro que me voy a sentir así? ¡soy humana! Y además estoy transitando por primera vez de tan cerca una experiencia de este tipo. Tiene todo el sentido que mis emociones, y por ende mi cuerpo, se manifiesten. Si hoy no puedo hacer nada más que simplemente estar, existir, está bien?. 


Empecé a ver y percibir con curiosidad mis sensaciones físicas, sin querer controlarlas ni eliminarlas, permitiéndoles habitarme. Así fue como se fueron. La rabia y el dolor se transformaron en compasión profunda. El miedo, los nervios y la ansiedad estaban, pero ya no me paralizaban, y luego se convirtieron en amor y en servicio.


Te cuento todo esto porque quiero que te lleves dos cosas:

  1. Nuestro trabajo interno es acumulativo. No importa que hoy estés bien. Hazlo igual. Todo tu trabajo te servirá para cuando las cosas se pongan difíciles. Tendrás herramientas bien practicadas, pulidas, limpias y ágiles para atravesar esos momentos. 
  2. Si estás atravesando un momento difícil, deja de luchar en contra de lo que sientes y permítete sentir lo que sientes con amor, compasión y curiosidad. Date el permiso de que lo que sientes sea desagradable. Eso no lo hace menos válido ni es un motivo para ir a esconderlo debajo de la alfombra. ¿Es desagradable? ¿Doloroso? Es desagradable, doloroso. Sí. Y ya. Estudia eso que te pasa con ojos de niña curiosa. 


Espero que estas reflexiones te resuenen y, sobre todo, que te apoyen. 


Si quieres contarme algo de ti, experiencia, situación, resonancia, pregunta, lo que sea. Aquí estoy para ti. Sólo comenta aquí o escríbeme por instagram.


Te mando un abrazo enorme, y gracias por leerme.


Silvia