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Quiero compartir contigo mis reflexiones sobre esta frase. ?Florece donde estás plantada?. Me la dijo una querida amiga hace unos días (¡gracias, Isabel!) y me ha quedado resonando en la cabeza porque me hace muchísimo sentido y al mismo tiempo me doy cuenta de cuánto podemos enredarnos cuando no la ponemos en práctica.

 

Esta frase nos habla de nuestra tendencia a resistirnos a lo que es, a lo que sucede, a lo que nos pasa, a lo inevitable, a lo que no podemos controlar, a nuestro contexto, nuestra historia, nuestro presente. 

 

Una planta no está pensando en si está en el desierto, en la selva tropical, o en una maceta en un apartamento de ciudad. La planta no espera a estar en una tierra distinta de la que tiene para tomar lo que le sirve para vivir, crecer y florecer en su contexto. Si lo hiciera, estaría, por un lado, negando y deshonrando su propia historia, su propio recorrido, su propia vida; y por otro lado, estaría desaprovechando los nutrientes que sin duda podría encontrar en su contexto actual. Es una planta que no florecería. Y no sería por falta recursos para hacerlo, sino por su incapacidad para ver y tomar esos recursos. Una planta así, incluso aunque fuera trasplantada a la rica selva húmeda, tampoco florecería, pues allí se daría cuenta de que debía haber escogido la playa tropical o que, en realidad, no estaba tan mal en su macetica.

 



Hacer nuestro trabajo interno de aceptarnos como somos, honrar nuestra historia, dejar de compararnos, vernos con compasión, aprender a escucharnos, reconocer cuándo deseamos algo desde el ego y la envidia y cuándo desde el deseo genuino, confiar en la vida, nos hará darnos cuenta de que cada planta nace y crece en la tierra que necesita para nutrirse de lo que tiene que nutrirse, aprender lo que tiene que aprender y, desde ahí, florecer. (En ese florecer podemos darnos cuenta de que la maceta ya nos quedó pequeña, ¡claro que sí!, y tomar acciones para el trasplante. Sin embargo, nutrir y proyectar la nueva maceta puede hacerse sin desmerecer o descuidar la maceta actual).

 

Hoy estás plantada en una maceta. Tú maceta. Única y exclusivamente tuya. Cada quien tiene la suya. Date cuenta de que los retos que ella te presenta son los retos necesarios para que tú, planta, crezcas y aprendas. Mientras antes nos demos cuenta de nuestra tendencia a desmerecernos a nosotras mismas, a nuestro presente, a nuestro contexto, mejor. Así podremos dejar de añorar un presente diferente y empezar a hacernos cargo de hacer de nuestra maceta de hoy una posibilidad de florecimiento, aún con sus retos y dificultades y heridas. 

 

Para florecer tenemos primero que aceptar dónde estamos plantadas. Resistirnos o negarnos solo retrasa e impide nuestro crecimiento. 

 

Es posible que tu tierrita sea seca y desértica, dolorosa, espinada, difícil. Es posible que la de la persona de al lado sea húmeda, sabrosita, llena de nutrientes. Pero mientras antes aceptes tu tierrita en lugar de compararte o de anhelar lo imposible, más rápido podrás comenzar a hacer tu trabajo interno de sanación y de auto-nutrición de la propia tierrita. Las flores de los cáctus son maravillosas.

Florece donde estás plantada. 

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 P.S. Te recuerdo que estoy ofreciendo sesiones individuales de acompañamiento para sentirnos mejor, en las que yo me dedico a escucharte (qué sientes, cómo te sientes, qué te está pasando en el cuerpo, cómo está tu menstruación, qué necesitas, lo que sea) y te propongo herramientas, ejercicios, técnicas, prácticas físicas, respiraciones, lecturas, etc. que me han ayudado, todo en función de tus necesidades del momento, con el objetivo de ayudarte a sentirte y vivir mejor. Encuentras más info aquí. 

 

Te mando un abrazo enorme, y gracias por leerme.

Silvia